Las primeras noticias que tenemos de Montgó se remontan al año 1314, en un pergamino conservado en el arxivo municipal de Torroella, en el qual se describen los límites de esta población. Al norte linda con el "Puerto de Montgó". Sabemos que en la baja edad media algunas tierras de Montgó eran cultivadas por propietarios que, probablemente, en su mayor parte o en su totalidad, no eran habitantes del término y parroquia de Ampurias. Es posible que con la fundación del monasterio de monjas de Vilanera (cerca de la actual carretera que va de La Escala al pueblo de Albons) en el año 1328, las religiosas recibieran tierras en Montgó, que a través de compras fueron ampliando. Es posible que dichas monjas hicieran subestablecimientos enfitéuticos a agricultores de las vecindades de Ampurias. Poco a poco, con la decadencia del monasterio, las tierras se fueron abandonando durante los siglos XV y XVI. No sabemos si este abandono fue total o parcial. Durante el siglo XVI existe, en la cala de Montgó, una notable actividad pesquera por parte de pescadores de Bagur, de l’Estartit-Torroella, de Ampurias y posiblemente de Rosas, que continua en el siglo XVII. La riqueza de los caladeros de Montgó y sus alrededores explica la hipotética aparición, a finales del siglo XVI y principios del XVII, de dos o tres “botigiae”(almacenes/viviendas) de pescadores, no explotadas directamente por sus propietarios (ninguno de ellos del término municipal de Ampurias) que tienen relación con la actividad pesquera y con la pesca del coral. Es probable que existiese también en el puerto de Montgó una cierta actividad comercial. No en vano tenemos documentada para el siglo XVI la extracción y carga de piedra para fabricar cal, por parte de barcos mercantes de pequeñas dimensiones, dado que era un aceptable puerto de refugio para las naves.
Sabemos que a partir de 1587 empezó la construcción de la torre de defensa que se encuentra en lo alto de la montaña de Montgó y que dicha torre está terminada y hay soldados a partir de 1599. No dispone de artillería hasta 1601. Su guarnición estaba compuesta de dos militares, un artillero y el comandante de la torre. A principios del siglo XVII tenemos documentados algunos episodios contra naves corsarias en que la artillería de la torre hace fuego pero sin ningún impacto directo sobre los barcos. Sabemos que, como mínimo, la torre dispone de guarnición hasta 1653.
El hecho que en Montgó se encontrase el límite jurisdiccional del condado de Ampurias frente a la veguería de Girona (bajo jurisdicción real) ha hecho que, históricamente, Montgó fuera escenario de infinidad de disputas, no siempre pacíficas, y conflictos judiciales que empiezan en el 1579 y no acaban hasta 1758, entre los habitantes de Ampurias y Puerto de La Escala, pertenecientes al condado de Ampurias y los de Torroella de Montgrí, villa real que pertenecía a la veguería de Girona.
A partir de la segunda mitad del siglo XVII empezaríamos a encontrar una recuperación o incremento de las tierras cultivadas en Montgó (básicamente viña y cereales y a partir del siglo XIX también maíz y forrages) a través de establecimientos hechos por representantes del condado de Ampurias a colonos que habrían llegado al Puerto de La Escala en la misma época. Finalmente a principios del siglo XVIII los cultivos en Montgó abarcan todos los terrenos susceptibles de ser cultivados en la parte baja y también en la parte que, por el norte se extiende hasta la Illa Mateua.
La familia Sureda, propietaria del Camping Illa Mateua, llega a La Escala alrededor de 1670 procedente de la comarca de la Selva (la línea masculina) y de Madremanya (un encantador y pintoresco pueblo cerca de Girona) la línea femenina. El primer terreno que adquieren en Montgó, el 1674 es una viña. Posteriormente en los siguientes 25 años se convierten en los mayores propietarios de Montgó. Cultivan la viña y los cereales, alternando esta actividad con la pesca y el comercio marítimo de cabotaje. Esta familia, durante el último cuarto del siglo XVII protagoniza diversos enfrentamientos con las autoridades municipales de Torroella de Montgrí por cuestiones de límites jurisdiccionales tanto en el mar como en tierra. Concretamente a Francisco Sureda se lo sorprende pescando sin licencia en el mar jurisdiccional de Torroella, razón por la cual será multado diversas veces por reincidente. Él mismo será uno de los instigadores y capitoste de la revuelta que se produjo en La Escala el 1697 por negarse a pagar los diezmos del pescado a las autoridades correspondientes.
Volviendo a la historia más reciente, podríamos decir que el camping Illa Mateua empieza el 1958 cuando el heredero de la familia Sureda, Martí Sureda Farrés, abuelo materno del que esto escribe, alquiló los terrenos que hoy ocupa el camping (en los cuales cultivaba viña, maíz y alfalfa) a una sociedad filial de la Sociedad General de Aguas de Barcelona creada para satisfacer la incipiente demanda de público campista.
El 1966 Joan Guillem Rovira, mi padre, tramitó los permisos y construyó las instalaciones para hacer su propio camping que ya tenía nombre: “Illa Mateua”, pero las autoridades municipales del momento, sorprendentemente, le negaron la licencia de apertura. Terrenos y, ahora también instalaciones, tuvieron que continuar alquiladas a la misma sociedad que regentaba el establecimiento vecino dedicado a la misma actividad.
No fue hasta el año 1988 cuando el camping Illa Mateua vio la luz, de manera muy modesta, con el nombre de Montgó Mar, nombre que fue cambiado al año siguiente para evitar confusiones con establecimientos próximos. El nuevo nombre fue Paradís que duró hasta el año 2003. A partir de 2004 y aprovechando un cambio de rumbo en la gestión del camping, se tomaron dos decisiones importantes. La primera, hacer justicia con la historia y devolverle al camping el nombre que mi padre, que tanto ha trabajado para hacer este sueño realidad, le había querido dar y que, las miopes autoridades locales del momento no autorizaron. La segunda, hacer justicia con la sociedad en la que vivimos y que nos permite, con su confianza, seguir trabajando para alcanzar cada día nuevos retos de futuro; sobre todo con aquella parte más desfavorecida de esta sociedad, dedicando un 1% de la totalidad de los ingresos del camping a aquellas organizaciones no gubernamentales que tienen por finalidad ayudar a los que más lo necesitan. Este compromiso se ha plasmado en un acta notarial que detalla las ONG a las cuales, cada año a final de temporada, hacemos nuestra aportación solidaria. En este mismo compromiso notarial nos hemos declarado “camping anti-taurino” convencidos como estamos y firmes defensores no solo de las personas sino también de un trato correcto con los animales y de una relación amable y sostenible con el entorno.
Es desde esta filosofía de compromiso que la familia Guillem-Sureda-Trías, con tanta ilusión gestiona el camping Illa Mateua y estará pendiente de todas las propuestas que, por parte de nuestros clientes y amigos, nos lleguen para mejorar y adaptar el camping a les nuevas tendencias y exigencias de la sociedad actual.
Martín Guillem Sureda, director